Debido a condicionamientos culturales, sociales y familiares, a la falta de corresponsabilidad de los trabajos domésticos y cuidados, a presiones y exigencias que se ejercen sobre nuestro cuerpo físico, a las desigualdades y violencias que se han ejercido y se ejercen sobre nosotras. Nos vemos en innumerables ocasiones viviendo al límite de nuestras capacidades físicas, mentales y emocionales, es por ello, que nos hemos alejado y privado de poder realizarnos, disfrutarnos y celebrarnos como realmente nos merecemos.
El hecho de tener que cumplir con ciertos roles inculcados, por el sistema patriarcal, nos ha privado de poder decidir nuestros propios destinos, nos ha privado de poder dedicarnos tiempo. Nos han educado en la complacencia, donde lo principal es agradar, gustar, estar calladitas, ser discretas y cuidar de todo y de todos, menos de una misma. Y todo ello ha derivado y deriva en una desconexión física, mental y emocional de lo que verdaderamente somos y necesitamos.
Recuperar ese estado de conexión y calma para poder vivir de manera más sana, libre e igualitaria, acorde a nuestras inquietudes reales, recuperando la autoconfianza y autoestima necesaria para decidir y elegir. Es fundamental y prioritario.
El poder valorarnos por lo que somos, no por lo que hacemos, ni por lo que tenemos, ni por el físico o los años, permitiéndonos liberarnos de esa necesidad de aprobación externa que nos condiciona y nos somete. El atrevernos a cuestionar creencias, hábitos, costumbres, patrones que no nos aportan ni nos representan y mucho menos nos nutren.
Eligiendo actuar desde el corazón y no desde el miedo, siendo fieles a nosotras mismas. Es un derecho que toda mujer debe disfrutar y experimentar.
Y es ahí donde la atención plena es nuestra mejor aliada y compañera. Para mostrarnos de manera amable, con mente de principiante y confianza otra forma de ser y estar, para mostrarnos el camino de vuelta a casa, el camino de retorno hacia nosotras mismas. Donde pase lo que pase, sabremos que tenemos la fortaleza y el apoyo necesario, porque no estamos solas para afrontar y disfrutar de la vida. Atreviéndonos a ser nosotras mismas. Dejando de vivir mi vida sin mi, para comenzar a vivirla conmigo.
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